Diario de una Artesana: Escribiré un libro

Amo escribir en este Diario. Amo ponerle palabras al sentir de muchas artesanas alrededor del mundo.

Eso he logrado hasta ahora y no me parece en absoluto poco.

Al contrario. Es un montón. Cosechar mensajes de amigas de diferentes partes del mundo. Recibir mails de agradecimiento. Leer cada comentario que dejan mis lectores con una alegría y expectativa muy parecida a la que siento cuando voy a abrir una tableta de chocolate con maní, o estoy en la casa de las lanas o de insumos de bijou a punto de adquirir ese nuevo color de hilo, o esas cuentas acrílicas nuevas.

Esa emoción de estar a punto de saborear algo rico, algo nuevo. Comentarios con palabras que me hacen muy felíz, simplemente por haber llegado... a alguien en algún rincón del mundo.

Y cuando leo que les saqué una sonrisa o una carcajada leyendo mis relatos desopilantes, esa alegría se vuelve aún mayor y se parece mucho a la felicidad.

Amo escribir en este Diario. Pero reconozco que tengo una veta de ambición, que me arenga continuamente a dar un pasito más, o saltar a un nuevo abismo. A ir un poco más lejos. A curiosear en el mundo buscando que cosa nueva que no haya hecho antes que pueda aprender a hacer.

Así fue como me metí en todos los líos que he ido describiendo en post anteriores.

Algunos me salieron bien. Otros los dejé en pausa. Tuve algunos que no resultaron en absoluto.

Henry sigue en pausa. Fracase con el mail marketing. Tuve un éxito relativo editando fotos y videos. Siento que acerté espiritualmente comprometiéndome con el proyecto de los pulpitos solidarios.

Y siempre quiero algo más.

Detrás de la artesana, de la escritora amateur con sentido del humor, de la autora de canciones al Amor, de la crítica intransigente enemiga de los programas para crear gráficos de crochet, también esta ella: la Niña que juega a hacer pompas de jabón con el niño de los pantalones a lunares divertidos, que no entiende nada de ambiciones o de que se trata eso de dar otro paso más. Que no sabe de SEO, ni de pulpos, de copywriter, o de amigurumis. Llena de miedos e inseguridades porque el mundo es muy grande, y a veces resulta aterrador.

A ella le digo: amo escribir en este Diario y lo seguiré haciendo porque el disfrute es infinito. Pero ¡quiero escribir un libro!

No de esos libros que comenzaba manuscritos, uno cada mes.

No como "El Cordón de Oro" al cual no tuve el valor de guardarlo en borrador para releerlo más adelante, ni tan siquiera para recordar que comencé escribiendo algo que prometía ser bueno a juicio de las muchas personas que lo leyeron.

No como aquel otro intitulado al que le dediqué sesenta y seis páginas y cuatro semanas encerrada en casa a tiempo completo.

Que tampoco guardé aunque más no sea para recordarme de que si soy capaz de hacerlo.

Y todos esos apuntes quemados a la parrilla. Y todos esos diarios, que mi ex cuñada leía cuando me iba a trabajar. Entraba a mi habitación a hurtadillas y tomaba mis cuadernos como quien agarra una novela de la biblioteca.

Bueno, al menos eso fue lo que ella me confesó. Mis relatos diarios eran para ella como mirar la novela de la noche, y había que esperar al día siguiente para leer la conclusión del día anterior.

Lo recuerdo y me río. De diarios íntimos no tuvieron nada esos cuadernos. Y yo ingenuamente siempre me preguntaba como ella se las amañaba para conocerme tanto.

¿Y todos esos cuadernos de poesía adonde están?

Si fui tan prólifica antes, ¿que me impide escribir un libro ahora?

¿El no saber de que voy a hablar? Ese posiblemente sea mi mayor bloqueo. Estoy tan acostumbrada a escribir dejando que las ideas aparezcan solas.

Este post por ejemplo, ni siquiera estaba planeado. Ni tampoco tuve una línea o tema.

Y shhhh...ese es el secreto. Casi nunca tengo ni remota idea de sobre qué voy a escribir. A veces uno o dos días antes se me ocurren las líneas generales o un tema en particular.

Pero nunca se exactamente que forma va a tomar esa idea en cuanto tengo la computadora frente mío o el editor de notas del celu en la mano. Nunca se que palabras van a sobrevenir a mi mente. A veces tengo chispazos de frases geniales que surgen mientras las voy escribiendo.

Sólo quise poner palabras a ese hondo anhelo que hace días me incomoda. Ni siquiera iba a ser un post. Sólo una reflexión personal: ¡que ganas de escribir un libro tengo!

Y cómo el Diario es mi espacio público de reflexión... el anhelo fue tomando esta forma.

Irónicamente me pregunto si no sería menos trabajoso donar un órgano o plantar un árbol, porque lo del hijo ya viene siendo un ítem resuelto. ¿Es tan necesario para vos, Cecilia, escribir un libro?

Yo creo que sí. ¿Acaso no es necesario y a veces desesperantemente urgente para vos agarrar esas agujas o esa pinzas y darle forma a ese nuevo proyecto que te baila en la cabeza? ¿O tomar la guitarra y darle sonido a esa melodía que oíste en sueños?

Amo escribir en este diario. Y lo seguiré haciendo. También escribiré un libro.

No sé cuándo. No se cómo ni en que tiempo. No se de qué. ¿Ciencia ficción? ¿Una novela tal vez? ¿Un compilado subjetivo de todo los libros de autoayuda que me leí? ¿Una reseña personal de todos los autores de emprendimiento y superación? ¿Una bibliografía de todas las disciplinas new age por la que curioseé y nunca tuve la constancia de seguir quizás? ¿Un manual de macramé y armado de bijouterie?

Al menos hoy, ahora, luego de este largo divague conseguí tres cosas: escribir el post del domingo un lunes bien entrada la madrugada, darle un poco de paz a mi alma volcando mi anhelo por escrito, y encontrar la determinación para hacer algo que siempre quise hacer.

Amo escribir, aquí, allí, en mi cuaderno, en todos lados. Amo escribir, por eso lo haré en un libro.